La historia de una sirena llamada Rochelle

Rochelle vivía tranquila en un bello lago, donde pasaba el día investigando, jugando con los peces o los cangrejos.

Un día, alguien apareció en su vida, un muchacho del pelo de ocaso, apareció herido a su lado.

Ella lo ayudó, y lo guió hasta un lugar seguro, una caverna donde rochelle solía pasar el día mirando las gotas de las estalactitas. 

El chico, que se hacía llamar Max, la besó, al notar su carácter plácido y Pacífico, pero en el fondo fuerte.

Ella le defendió en contadas ocasiones, de los agresores que le perseguían. Ella era realmente alguien fuerte, pues controlaba las aguas.

Él calló enamorado, y ella de él. Tuvieron dos hijos, una mujer de hielo, y un hombre de corazón cálido.

Pero un día algo ocurrió.

Uno de los anteriores hijos de Max, llamado Storm, deseoso de venganza, decidió volver a ver a su padre, envidioso de su nueva vida sin él, hirió gravemente al hijo de ambos, del que la mujer de hielo estaba profundamente enamorada, aunque fueran hermanos. 

La mujer de hielo se llamaba Thea.

Thea no pudo soportar ver a su hermano y compañero herido, y decidió usar sus poderes para matar a aquel que había herido a su hermano, que creía muerto.

Por desgracia, el uso indiscriminado de sus poderes hizo que estuviera corriendo el mismo riesgo que su hermano, y, aunque iba a ganar de forma casi segura, iba a morir con esa victoria.

Su madre no lo quiso así. Y la encerró en una esfera de agua que Thea congeló, sin quererlo, cegada por la ira de ver que su madre la había traicionado en cierta manera.

Cuando ella por fin despierta, se da cuenta del tiempo que ha transcurrido desde su prisión. 60 años de ira congelada.

Pero si desgracia no iba a terminar ahí, pues ella misma vio cómo su madre se suicidaba, al haber leído la carta donde su padre se despedía de ella. 

No lo pudo soportar.


Miriam Ruiz

Comentarios