Máscaras



 Nuestra niña, la “prota”, haciendo un amigo nuevo con el que cuanto más pasaba el tiempo, mas se forjaba la amistad, hablaban sobre la cercanía del día más tenebroso del año en el cual la gente solo pretende dar miedo, algo realmente innecesario e ilógico (pensaba la niña), aunque fuera muy miedosa. Al fin y al cabo, esta fiesta no le resultaba desagradable.

Su amigo le preguntó si conseguiría darle miedo, ella respondió: “difícilmente”. Llegó el día, la niña lo vio y no se asustó.  En el momento le dijo que lo conocía demasiado para llegar asustarla.

El niño, en aquel momento, se quitó la máscara y realmente se mostró ante su supuesta “amiga”, que hasta ese mismo instante existió. Esa noche fue el inicio para que esa querida amistad se desintegrara a los días. Él cambió, o eso quiso creer ella, pero posiblemente nunca dejó de ser como era. Ella, desorbitada, le llegó a dar tanto miedo su situación con él que dejaron de hablar y perdieron aquello que creyeron tener.

Los finales no siempre fueron bonitos, cosa que a otros siempre les ha dado miedo.


Melania

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