Mi verdadero yo



Me despierto. Está lloviendo. Corro por la calle hasta llegar a un sitio cubierto. He encontrado un puente y ahí me he metido. Bajo el frío helador me duermo hecho una bola. Duermo durante todo el día. A la mañana siguiente ya no llueve, salgo a la calle y  la recorro de pe a pa, o lo que es lo mismo, vago sin rumbo fijo y sin saber a dónde me dirigía.

Acabé llegando a un parque, y estuve deambulando. Me acerqué a un grupito y jugamos al pilla pilla, pero un montón de niños nos empezó a tirar piedras. Todos salimos corriendo en direcciones diversas.

Luego acabé frente a una urbanización, donde una señora me dio leche y galletas. Me lo como todo. Pero otros niños me tiran piedras y vuelvo a salir corriendo.

Acabo en el rí, sentado sobre una piedra y empiezo a llorar. No entiendo por qué me pasa esto a mí. Pero en ese momento me veo reflejado en un charco y todo cobra sentido.

Soy un gato negro callejero. Da igual lo amable que pueda ser, o lo limpio que pueda estar mi pelo. Soy un simple gato que según dice traigo mala suerte.


Juan Saavedra

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