Y salté



Estaba corriendo descalza por un gran prado verde, el sol brillaba a lo alto y el aroma de las flores impregnaba el aire, sin embargo no me podía detener a contemplar el paisaje porque frente a mí había un gran acantilado y yo estaba yendo directa al borde, huyendo de mis perseguidores. Cuando llegué al borde me detuve y contemplé el mar azul que se extendía ante mis ojos y las rocas puntiagudas en la caída del acantilado. Solo quería dar media vuelta y volver a mi casa, pero estaba segura de que me atraparían y me habían advertido que no me dejara coger viva. Divisé a lo lejos figuras que venían corriendo hacia mí, así que sin pensármelo dos veces, cogí carrerilla, no miré atrás y salté.



Lucía Muniesa

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