— ¡Baja de la nube!
— ¿Por qué?
—Porque yo te lo pido.
—Eso no me sirve.
—Vale, entonces hazlo porque todos estamos aquí abajo y
tú ahí arriba.
—Me gusta ser especial.
—Rara querrás decir.
—Así no me vas a convencer.
—Vale, perdona, pero baja ya.
— ¿Y qué me darás a cambio?
— ¿Qué es lo que quieres?
— ¿Tenéis unicornios? ¿O tal vez dragones? ¿Hay gigantes,
enanos, elfos o hadas? ¿A lo mejor alguien con poderes? Solo pido una forma de
ver todo eso, de viajar a lugares inesperados, descubrir nuevas aventuras, conocer
a personas increíbles y sentir lo que ellos sienten.
—Sabes que eso es imposible, baja ya.
—Mentira, en mi nube tengo de todo eso.
— ¿Y cómo es eso posible? ¿Dónde está todo eso? Yo solo
veo una nube.
—Está en los libros de mi nube.
— ¡Deja ya ese asunto de los libros y ven aquí!
—Lo siento, no me gusta estar con ignorantes.
—No somos ignorantes, solo realistas y a ti te hace falta
una buena dosis de realidad.
—Quizás es a vosotros a los que os hace falta una dosis
de fantasía. Hasta entonces permaneceré, y muy bien acompañada, en mi nube.
Lucía Muniesa
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