Voces.



Estoy sentada en la silla de mi escritorio.  Acabo de cenar, pero aún no he terminado los deberes, así que me pongo a ello, ya que mañana debo entregar las láminas de dibujo y todavía me quedan la mitad sin hacer. 
Llevo ya un par de horas y comienzo a cansarme.  No es sueño, es más cansancio emocional.  Comienzo a oír voces dentro de mi cabeza.  Primero escucho la de la profesora de dibujo, diciéndome que si quiero mantener la media debería estudiar más y esforzarme en hacer las láminas lo mejor que pueda.  A continuación, se le une la de madre diciendo que deje de hacer el vago y haga algo por una vez en mi vida que no sea tirarme en el sofá.  También escucho la de mi padre diciendo que si mis notas siguen bajando me quitará el móvil y el ordenador y se asegurará de que no haga otra cosa que no sea estudiar durante todo el día. Al poco rato se les unen más voces diciendo cosas similares.  No hay forma de callarlas y empiezo a llorar.
Es entonces cuando hago lo único que consigue que las voces desaparezcan de mi cabeza por completo.  Cojo los auriculares, que están en una balda encima del escritorio y los conecto a mi móvil.  Abro Spotify, me pongo mi playlist favorita, subo el volumen al máximo y apago el flexo que estaba utilizando mientras hacía los deberes dejando la habitación completamente a oscuras, excepto por la lucecita roja de la regleta y la poca luz de las farolas de la calle que alcanza a colarse por la ventana. 
Al cabo de un par de canciones ya por fin oigo solamente la música, las voces ya no están, solo la melodía de una canción de Ariana Grande. Me quedo así un rato más. Cuando vuelvo a encender la luz acabo la lámina que me quedaba y acto seguido miro el reloj, que marca las tres.  “Tampoco es tan tarde”, me digo a mí misma, al fin y al cabo, no es ni la primera ni la última vez que duermo tan poco.  Recojo el escritorio un poco, me preparo la mochila y me meto en la cama, durmiéndome casi al instante.

-A

Comentarios