Al pequeño Jimy no le gustan las zanahorias.
Etaba el pequeño Jimy en la residencia,
ese edificio tan grande donde vivía, además de dar las clases, y como todos los
días, bajó a la planta 1 a desayunar. Se sentó y comió. Al terminar, vio que
tenía ganas de dar de beber al canario, y subió corriendo hasta la planta 8,
donde estaba su habitación y así poder ir al baño. Pero en la puerta de la
escalera estaban dos chicos un año mayor con zanahorias en las manos y un
corrillo de niños al rededor bastante molestos.
-Si quieres pasar, has de dejar que te meta la
zanahoria por el culo.- le dijo uno de ellos.
-No no no no.-dijo el pequeño Jimy mientras se
daba la vuelta, definitivamente esa idea no le gustaba.
Bajó corriendo por las escaleras a la planta
de abajo para usar esos baños, su rostro se ensombreció, todos los baños eran
para minusválidos, y él no lo era, por lo que no los podía usar.
Volvió a subir, y para su desgracia, ellos
seguían allí. Le repitieron el mismo discurso. Pero a través de esos matones,
pudo ver a uno de sus amigos andando escocido. Se armó de valor, y embistió
contra ellos, logró pasar y correr, solo tenía que llegar a su habitación, pero
para eso tenía que girar a la derecha, correr 50 m por un pasillo recto y girar
a la izquierda, meter la llave y cerrar la puerta, ¿qué podía salir mal? Todo
iba bien hasta que llegó a su cuarto y la maldita llave no aparecía por ningún
lado, se dio la vuelta y ahí estaban los dos matones, miro hacia el otro lado
desesperado y estaba cierta profesora de filosofía, que pese a no haberla
tenido como maestra había oído hablar de ella... Y ademásde una zanahoria llevaba una sonrisa de loca. Saltó sobre él, y ambos rodaron por el suelo. Al
detenerse ella estaba sobre él, arma en mano amenazante.
En ese momento Jimy sintió verdadero terror.
Juan saavedra.
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